En nuestro mundo globalizado hay muchas formas, no solo una, de modernidad. En Europa central y meridional experimentamos una modernidad secularista que engarza con la revolución francesa, sus logros y sus obsesiones propias, pero no es la única posible: God bless America no es ningún grito proferido por fascistas estadounidenses, sino una consigna que se le supone allí a cualquier líder político; pasar un mes de iniciación en las entrañas del bosque vestido en taparrabos es algo evidente para muchos profesionales de primera de cualquier ciudad principal africana; el matrimonio arreglado es una costumbre aceptable para cualquier empleado coreano de Samsung en Seoul, ejecutivo indio en Mumbay o CEO chino de Shanghai… hay definitivamente muchas formas de “ser moderno”.
Globalización con características chinas
