Hasta que irrumpió en nuestras vidas el coronavirus, el sistema de cooperación internacional para el desarrollo español vivía un momento de cierta agitación. La Administración General del Estado, el Gobierno, había asumido que la situación era insostenible y había que acometer reformas, antes de que el sistema operativo dejara de funcionar. Por otra parte, las administraciones autonómicas y locales, en mayor o menor medida, habían decidido recuperar el impulso de una política pública castigada durante los años de la denominada crisis económica.
La solidaridad universal es la cura al COVID-19
