La ciudad de Madrid se prepara a contrarreloj para acoger la COP25, la Cumbre por el Clima de las Naciones Unidas que se celebrará en la capital del 2 al 13 de diciembre de 2019. La conferencia se iba a realizar inicialmente en Chile, país que seguirá manteniendo la presidencia del evento.
La agenda se centrará principalmente en la implementación de los objetivos de Acuerdo de París, que tomará el relevo del Protocolo de Kioto (compendio de medidas y compromisos jurídicamente vinculantes de reducción o limitación de emisiones) a finales de este año.
Los 195 países firmantes del Acuerdo se han comprometido a mejorar la reducción de sus emisiones y a poner en marcha los mecanismos necesarios para limitar el calentamiento global por debajo de 2ºC, planes de acción que se irán revisando cada 5 años.
La cumbre será un momento clave para medir las actuaciones nacionales, llegar a compromisos de cara al 2020 y constatar que las medidas implantadas hasta ahora están resultando insuficientes. Se avanzará en el acuerdo de regulación del Mercado de Carbono -tema espinoso en el que ha sido muy difícil avanzar hasta ahora- y en temas como Fiscalidad Verde, Financiación climática, Acción climática en regiones o ciudades, el aumento de la Resilencia para adaptarse al cambio climático inminente.
Otro gran reto que se abordará será el impacto social que tienen o pueden tener las medidas de transición energética en algunos sectores de la población (como fue el caso de la movilización de los Chalecos amarillos en Francia ante el aumento del impuesto de Carburantes), para realizar una Transición Justa como ya demanda la sociedad civil.
Más de 25000 personas provenientes de 200 países acudirán a la reunión, que se viene celebrando anualmente desde hace 25 años. La celebración de esta cumbre se hace urgente: la retirada de algunas de las naciones más contaminantes como EEUU y Brasil no sólo supone un gravísimo impacto medioambiental, sino que hace también más difícil y costoso para el resto de países desarrollar las medidas que se van adoptadas en el marco del Convenio.

Ilustración: Sarah Grillo
Las actividades relacionadas con el evento se dividirán en dos espacios: Zona Verde y Zona Azul.
La Zona Azul será administrada por las Naciones Unidas. Allí se llevarán a cabo tanto las reuniones políticas y técnicas como los actos y eventos paralelos a la agenda oficial de este organismo, en el que participarán Jefes de Estado, ministros y técnicos y asistirán como observadores representantes del mundo empresarial, de Ongs y de otros grupos de interés. En este espacio se llegará a acuerdos para aumentar la ambición de los países en mitigación, adaptación y financiación climática.
El área constará de dos plenarios, varias salas de reuniones y negociación y pabellones de las delegaciones.
En la Zona Verde se congregarán ONGs ambientales, científicos, líderes indígenas, iniciativas ciudadanas y empresas para participar en actividades paralelas de encuentro y debate. Habrá eventos por toda la ciudad organizados para la sociedad civil, especialmente en el eje Castellana Verde, que desde Atocha hasta Plaza de Castilla acogerá diferentes actos. La movilización social será importante para reclamar a las personas que toman decisiones la urgente necesidad de avanzar en medidas más ambiciosas y una transición ecológica más justa.
Esta cumbre debe permitir pulsar el termómetro a las actuaciones nacionales de los países, que claramente se está relevando como insuficientes para lograr un clima estable. Se nos acaba el tiempo, el rápido deterioro del clima requiere más esfuerzos de actuación: la reducción de CO2 es insuficiente, los niveles de los mares aumentan y las consecuencias del cambio climático comienzan ya a tener efectos preocupantes en la producción agrícola, la seguridad alimentaria y la gestión de los recursos hídricos. Problemas que serán mucho más graves en el futuro si no actuamos cuanto antes.
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